¡Lourdes lista para pescar!
Sí, ¡jubílate ahora mismo!
Cuando a mis 18 años me enteré de la jubilación de
mi querido Tío Pepe a sus 50 años, lo primero que pensé fue: ¡Qué maravilloso!
Ahora mi Tío Pepe podrá hacer todos los días -y a toda hora- exactamente lo que
desee. Me puse a imaginarlo saliendo a pescar de madrugada cualquier día, o lo
contrario; durmiendo tarde –hasta la hora que él decida- también cualquier día;
disfrutando la construcción de sus maquetas de trenes, o pintando, desvelándose
a placer; o jugando dominó o baraja con otros felices jubilados con su sabroso
whisky escocés a un lado, sin importar nada; si acaso, la hora de la comida si
se siente hambre. Esta era una noticia real, pero parecía surgida como del país
de las maravillas; o propia de un deseo cumplido por el Genio de la Lámpara de
Aladino. El precio de esta maravilla llamada jubilación era: más de treinta
años de trabajo fecundo y creador.
De inmediato un desánimo se apoderó de mí, apenas
iniciaba mi vida de formación universitaria… Y después, cuando menos 30 años de
trabajo permitirían que pudiese jubilarme y usar mi caña de pesca todos los
días. ¡Qué barbaridad! Habría que esperar algo así como 35 años para poder
hacer lo que más me gusta y cuando yo quiera, pensé.
Decidí que no iba a esperar todos esos largos años
para hacer lo que yo quería y a la hora que quería hacerlo, ¡decidí jubilarme
en ese mismo momento! Y me prometí a mí mismo hacer lo que más quería y vivir
la aventura de mi vida desde la autogestión, asumiendo todas sus consecuencias.
Creo que la idea central fue la de responsabilizarme de mí mismo. Ahora -a mis
primeros 56 años de vida- puedo con gran alegría y gran satisfacción
felicitarme por esa sabia decisión: ¡Jubilarme a mis 18 años!
Con Lourdes mi maravillosa esposa -también jubilada
desde hace muchos años- la jubilación ha cobrado una dimensión mayor y más
plena, pues nada nos impide (aunque la vida a veces parece desencadenar
tormentas) llevar a cabo nuestros anhelados planes y proyectos. Lourdes, sabia
como es, siempre lleva a la mano las cañas, los convenientes avíos de pesca y
una rica botanita con buen vino para el camino. Definitivamente en la cara se
nota nuestra condición de jubilados, la gente nos lo dice abiertamente: ustedes
están jubilados, ¿verdad que sí? Y a más de uno al preguntarles ¿por qué se han
dado cuenta de que estamos jubilados? Nos han contestado: porque se ve que
hacen sólo lo que les da la gana. Fantástica es esta condición de jubilado, en
verdad te invito a reflexionar seriamente sobre tu propia jubilación. ¿Vas a
esperar a tener 65 años o más? ¿Vas a esperar que otros te permitan jubilarte?
Yo sinceramente te recomiendo: no dejes pasar más tiempo, ¡jubílate ahora
mismo!
Autor: Fernando
Jorge García Asomoza