Muchos de nosotros hemos creído erróneamente durante mucho tiempo que ser paternalistas era bueno...
Nos dice el diccionario: Paternalismo s. m. 1. Cualidad de paternal. 2. Actitud y proceder que se manifiesta en las relaciones sociales, políticas, laborales, etc., y que consiste en dirigir los comportamientos de las personas y protegerlas de lo que se considera perjudicial, sin dejar que ellas tomen sus propias decisiones.
En México somos paternalistas sin tener conciencia del grave daño que nos hacemos al impedir que los demás, sean estos: hijos, pareja, padres, amigos o trabajadores asuman su propia vida, que asuman sus responsabilidades y sus riesgos; pudiendo así crecer como personas. Esta característica se aprecia en todo lo que hacemos y dejamos de hacer los mexicanos como sociedad y como familia, así la gran mayoría “vive esperando” que papá gobierno le dé un trabajo, le dé una casa, le dé médico y medicinas, en palabras directas: que le den la sopa en la boca.
Somos un pueblo muy ingenioso, simpático y ocurrente; pero también muy infantil e irresponsable.
Tomemos conciencia de la importancia de cambiar nuestras actitudes dañinas y dejemos de ser paternalistas. Comencemos a ser responsables de nosotros mismos y propiciemos la responsabilidad en los demás. Aceptemos que nosotros debemos generar nuestras propias soluciones, satisfacer nuestras propias necesidades, impulsar y promover nuestras buenas ideas. Así cambiará nuestra vida para bien y al cambiar nosotros, cambiará también nuestra familia y nuestra sociedad.
Es tan grotesca nuestra realidad nacional, como país tenemos aparentemente de todo: mares, lagos, montañas, selvas, volcanes, diversidad étnica y cultural, petróleo, plata, etc. Lo único que en realidad nos falta es pulir el elemento humano, en el cual se dan nuestras increíbles y dramáticas contradicciones. En México con más de 11,000 kilómetros de litoral continental que nos permiten tomar las riquezas del océano, la mayor parte del pueblo no come pescado de entre una gran variedad de especies, -en donde el precio no es un obstáculo-, porque no está educado para hacerlo, es decir, no conoce sus beneficios ni sus cualidades de sabor...
En México recurrimos a la magia, confiamos totalmente en ella, es la misma que sentimos nos va a resolver nuestros problemas sin enfrentarlos, es más, aún sin conocerlos. Dios, la Guadalupana, la lotería, se encargaran de que todo vaya bien, nosotros sólo debemos creerlo con toda el alma y... ¡...seguro se dará el milagro! ¡Seguramente se resolverán nuestros problemas! Por increíble que esto parezca es la realidad cotidiana en las mentes y corazones de la mayoría de nuestros compatriotas. Por eso México duerme, por eso tenemos las pesadillas que tanto nos desconciertan. Por eso teniéndolo todo aparentemente, estamos tan mal y de malas.
Dejar de ser paternalistas nos hará un gran beneficio, ya que nos ayudará a hacernos cargo de nosotros mismos y a dejar a los demás que ellos también se hagan cargo de sí mismos, sin chantajes, sin falsos amores o simpatías. Ayudaremos a los demás sin dejar de ser buenos padres, buenos hermanos o buenos compañeros.
Por un momento imaginemos el paraíso que podemos ser respetándonos unos a otros, colaborando entre todos y sobre todo, haciéndonos responsables de nosotros mismos y de nuestras decisiones. Imaginemos un país responsable y comprometido, en donde nadie tiene excusas (porque no las necesita) para cumplir su responsabilidad, en donde no es necesario el chantaje emocional, donde nadie esta desvalido, porque nadie “se siente” desvalido. Un país fuerte porque su gente es fuerte al ser consciente de sí misma y de sus grandes potencias y posibilidades. Un país tranquilo, porque la conciencia de las propias capacidades da confianza, da certidumbre de futuro. Un maravilloso país en donde todos tienen empleo porque todos se autoemplean, no están esperando que los demás lo hagan por ellos. Un país en donde todos tienen casa, seguridad social, pensiones, porque fueron responsables de sí mismos y no confiaron en la magia... ¡Qué maravilloso país! Podemos ser ese país si nos decidimos a dejar atrás nuestro paternalismo. Si nos hacemos responsables de nuestra situación y hacemos consciencia en los demás de su propia e intransferible responsabilidad por sus propios actos y por las opciones que deciden tomar.
No es tan difícil si nos convencemos de las ventajas que esto traerá, lo pesado es caer en la cuenta de que no habrá ya nadie a quien culpar, sólo nosotros seremos los responsables, tanto del éxito, como del fracaso de nuestras opciones y del esfuerzo invertido en llevarlas a cabo.
Por otro lado, a ningún lugar llegaremos si no cambiamos este nefasto paternalismo que inunda la totalidad de nuestra vida nacional. El tiempo se pierde y la inmovilidad con sus fatales consecuencias se apropia de nuestra vida y sobre todo de nuestro futuro.
Otros lastres también nos afectan como la corrupción, la burocracia, los grandes intereses políticos y corporativos, pero dejar de ser paternalistas nos dejará en mejores condiciones de enfrentarlos. La responsabilidad se da con la conciencia y ésta sólo puede asumirse cuando yo decido por mí mismo y asumo las consecuencias de mis actos, no cuando otros piensan y actúan por mí. Rompamos los eternos cordones umbilicales, seamos independientes y responsables.
ÍÎÏÐ Ë ÑÒÓÔ
Autor: Fernando Jorge García Asomoza.
Ciudad de México
Escrito el 7 de agosto de 2004.
Publicado en este blog en la fecha arriba indicada 17 de junio de 2024