Atardecer en Campeche, México
Autor: Fernando Jorge García Asomoza
Custodiar, cuidar de uno mismo es necesario para poder
llegar a nuestro deseado destino. Dejar la dirección de la propia barca a la
suerte, a lo mutante de la fortuna o a la caprichosa dirección del viento;
además de garantizar el llegar a ninguna parte, puede ser suicida. Tampoco es
muy conveniente ceder el timón de la propia vida a otros, aunque esto sea a
veces lo que aconsejen el miedo o la comodidad.
La poesía “En
paz” de Amado Nervo, bellamente lo describe al declarar:
Muy
cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque
nunca me diste ni esperanza fallida,
ni
trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque
veo al final de mi rudo camino
que
yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que
si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue
porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando
planté rosales, coseché siempre rosas.
Más de uno podrá decirme: eso es poesía, ¡la vida
real no es así! A ellos puedo decirles que la vida es exactamente lo que pensamos
de ella, que como bien lo dijo el poeta; la vida nos devuelve lo que sembramos.
¡Nos da siempre lo que pedimos! ¿Somos conscientes de lo que estamos pidiendo y
de cómo lo pedimos?
Nuestra educación nos lleva a elaborar creencias, y
estas son generalmente la explicación que nos damos a nosotros mismos del mundo
que nos rodea y de cómo funciona éste. Así, nuestras creencias –y nuestro Ego- pueden
decirnos que otros (indefinidos siempre), son los culpables de lo que nos pasa.
Los que han asumido las riendas de la propia vida y
se han hecho cargo de sí mismos, han llegado casi siempre muy lejos y han
dejado un interesante legado tras de sí. Los que han comprado la idea de que
son víctimas de otros, los que sienten que no se puede hacer nada para manejar
la propia vida, porque esos otros –que en realidad manejan nuestra vida- son el
gobierno, la iglesia, la economía, la escuela; realmente se han rendido y han
entregado su poder.
Como todo en la vida, hacerse cargo de sí mismo
puede aprenderse o mejorarse, y esto se hace por medio de cosas o decisiones
simples -pero eso sí-, definitivas.
Conviene despertar del letargo en que muchos de
nosotros vivimos y abrir los ojos de la conciencia, conviene pensar por
nosotros mismos; cuestionar lo que siempre hemos hecho -cuando lo hacemos sólo
por inercia- para decidir, para elegir con nuestras razones, nuestros argumentos
y a nuestra conveniencia. Conviene recuperar nuestro poder, esto es esencial
para poder hacernos cargo realmente de nosotros mismos.
Para poder jugar con ventaja en el juego de la vida
–o en cualquier otro juego-, necesitamos tener interés en el juego, para poder
jugar con pasión; necesitamos conocer las reglas del juego, para poder saber
cuando estamos en desventaja porque los “otros” no las cumplen, y tener una
buena estrategia de juego. Todo esto implica retomar nuestro poder y ejercerlo
a cabalidad. ¿Tú qué opinas?