Superar los obstáculos es lo que nos realiza
Es más fácil desilusionarse que bendecir la
situación cuando se presentan los problemas…
Sin embargo mucho nos conviene agradecer la
presencia de estos en nuestra vida, ya que al resolverlos sacan lo mejor de
nosotros mismos. Esto queda patente cuando podemos ser conscientes de los pasos
que hemos dado para solucionarlos y vemos el ingenio, las maravillosas
capacidades a las que hemos recurrido.
Los problemas son realmente alimento para nuestra
mente y temple para nuestro espíritu. De ellos salimos fortalecidos si
aprendemos a enfrentarlos y a evitar los que no llegan a nosotros con un
propósito o un sentido vital. Es muy importante no ser un coleccionista de
problemas ya que eso es contraproducente.
No huyas a los problemas que la vida te presenta, afróntalos
con objetividad y serenidad, de eso dependerá en buena medida su más
conveniente solución y obtendrás un mayor provecho de su presencia en tu camino.
Superar los obstáculos nos hace crecer en todos los
sentidos, personalmente, a nivel de pareja, familiar o comunitariamente. Un
primer paso es aprender a controlar el miedo –para después poder eliminarle-
evitando así que ésta emoción negativa nos paralice y nos saque de nuestro centro,
haciéndonos vulnerables al creer que lo somos. Sí, el miedo sólo nos mantiene
inmovilizados y desvalidos. Otra cosa es cuando aprendemos a manejarlo y lo
superamos para dar el siguiente paso, que es la acción basada en inteligentes
decisiones que nos llevan a solucionar el problema y a continuar hacia nuestro
objetivo. Libres, ligeros y más confiados en nosotros mismos nos sentimos
cuando resolvemos los problemas.
Como padres o tutores muchas veces tratamos de
evitarles los problemas a nuestros hijos, sin darnos cuenta de que en realidad
con eso les hacemos un flaco favor; ya que les quitamos necesarias, valiosas
oportunidades de aprendizaje y de realización personal. Quizá muchas veces –tarde-
nos hemos dado cuenta de lo importante que es dejar a los demás resolver sus
propios problemas. No es posible defender a los demás de sí mismos, como desde
nuestra perspectiva nos parece hacerlo cuando tratamos de evitarles las
dificultades que naturalmente ellos deben enfrentar. Existe el libre albedrío
dentro de las reglas del juego de la vida, nos toca respetar eso y ejercerlo.
“Dame, Señor, la perseverancia de las olas del mar,
que hacen de cada retroceso un punto de partida para un nuevo avance” Gabriela
Mistral, poetisa chilena, 1899-1957.
No busques ¿qué o quién tiene la culpa? ¡Resuelve
el problema! Que no se te ocurra quejarte y quedarte sentado en el camino. La
actitud que tienes ante los problemas define la calidad de tu vida. Desde luego
puedes tomar tu tiempo, tu ritmo –como las olas del mar- descansar,
reflexionar, pedir ayuda o consejo; experimentar (tanteo y error son buenas
formas de llevar a cabo las soluciones), pero por favor no te paralices y menos
aún evadas el problema. No te des por vencido, trasciende el obstáculo.
Puedes fracasar, desde luego; ¡se vale equivocarse!
Y más aún se vale corregir. Una y mil veces equivócate si fuese necesario
cuando intentas resolver los problemas, conocerás así formas que no son la
debida solución; aumentará tu experiencia. A ésta te convendrá considerarla
como una buena inversión, ya que realmente eso es si después aprendes de ella y
sabes capitalizarla. Las benditas dificultades en realidad nos hacen más sabios
y más ricos si aprendemos a sacarles el debido provecho. ¿Estás de acuerdo?
Autor: Fernando Jorge García Asomoza