martes, 29 de octubre de 2013

¡Benditas dificultades!

 
Superar los obstáculos es lo que nos realiza


Es más fácil desilusionarse que bendecir la situación cuando se presentan los problemas…
Sin embargo mucho nos conviene agradecer la presencia de estos en nuestra vida, ya que al resolverlos sacan lo mejor de nosotros mismos. Esto queda patente cuando podemos ser conscientes de los pasos que hemos dado para solucionarlos y vemos el ingenio, las maravillosas capacidades a las que hemos recurrido.
Los problemas son realmente alimento para nuestra mente y temple para nuestro espíritu. De ellos salimos fortalecidos si aprendemos a enfrentarlos y a evitar los que no llegan a nosotros con un propósito o un sentido vital. Es muy importante no ser un coleccionista de problemas ya que eso es contraproducente.
No huyas a los problemas que la vida te presenta, afróntalos con objetividad y serenidad, de eso dependerá en buena medida su más conveniente solución y obtendrás un mayor provecho de su presencia en tu camino.

Superar los obstáculos nos hace crecer en todos los sentidos, personalmente, a nivel de pareja, familiar o comunitariamente. Un primer paso es aprender a controlar el miedo –para después poder eliminarle- evitando así que ésta emoción negativa nos paralice y nos saque de nuestro centro, haciéndonos vulnerables al creer que lo somos. Sí, el miedo sólo nos mantiene inmovilizados y desvalidos. Otra cosa es cuando aprendemos a manejarlo y lo superamos para dar el siguiente paso, que es la acción basada en inteligentes decisiones que nos llevan a solucionar el problema y a continuar hacia nuestro objetivo. Libres, ligeros y más confiados en nosotros mismos nos sentimos cuando resolvemos los problemas.
Como padres o tutores muchas veces tratamos de evitarles los problemas a nuestros hijos, sin darnos cuenta de que en realidad con eso les hacemos un flaco favor; ya que les quitamos necesarias, valiosas oportunidades de aprendizaje y de realización personal. Quizá muchas veces –tarde- nos hemos dado cuenta de lo importante que es dejar a los demás resolver sus propios problemas. No es posible defender a los demás de sí mismos, como desde nuestra perspectiva nos parece hacerlo cuando tratamos de evitarles las dificultades que naturalmente ellos deben enfrentar. Existe el libre albedrío dentro de las reglas del juego de la vida, nos toca respetar eso y ejercerlo.

“Dame, Señor, la perseverancia de las olas del mar, que hacen de cada retroceso un punto de partida para un nuevo avance” Gabriela Mistral, poetisa chilena, 1899-1957.

No busques ¿qué o quién tiene la culpa? ¡Resuelve el problema! Que no se te ocurra quejarte y quedarte sentado en el camino. La actitud que tienes ante los problemas define la calidad de tu vida. Desde luego puedes tomar tu tiempo, tu ritmo –como las olas del mar- descansar, reflexionar, pedir ayuda o consejo; experimentar (tanteo y error son buenas formas de llevar a cabo las soluciones), pero por favor no te paralices y menos aún evadas el problema. No te des por vencido, trasciende el obstáculo.
Puedes fracasar, desde luego; ¡se vale equivocarse! Y más aún se vale corregir. Una y mil veces equivócate si fuese necesario cuando intentas resolver los problemas, conocerás así formas que no son la debida solución; aumentará tu experiencia. A ésta te convendrá considerarla como una buena inversión, ya que realmente eso es si después aprendes de ella y sabes capitalizarla. Las benditas dificultades en realidad nos hacen más sabios y más ricos si aprendemos a sacarles el debido provecho. ¿Estás de acuerdo?


Autor: Fernando Jorge García Asomoza