Todo tiempo es nuestro tiempo
¿Y cómo era en tu tiempo abuelita?
Tendemos a considerar que todo tiempo pasado fue
mejor, descuidando que de nosotros depende vivir conscientemente el ahora. El
pasado ya no es y el futuro no existe, sólo es una idea y cuando mucho una promesa.
Todo es un permanente ahora, ¡sólo eso existe!
Quizá esta idea nos recuerde las nociones de física
de la escuela en donde el concepto de tiempo condimentaba las formulas para
calcular la velocidad, la distancia, etc. Estamos gobernados por relojes y por
agendas. Nuestra comunidad socialmente también se rige por las tradiciones que
marca el calendario. Hacemos peregrinaciones, llevamos a cabo comidas rituales;
y no son pocos los miembros de nuestra sociedad que trabajan una buena parte del
año para fabricar lo necesario para el carnaval, la navidad, las graduaciones,
los catálogos de temporada. Buena parte de esas celebraciones ahora no nos
dicen nada, pero son una costumbre y las seguimos porque siempre se ha hecho así.
De una forma similar basados en soluciones para problemas y tiempos idos,
queremos armar y dar armonía al presente.
¡A vino nuevo, odres nuevos! A los tiempos que
corren respuestas inéditas, creatividad para innovar en soluciones apropiadas
para los nuevos problemas. Establezcamos nuevas maneras de hacer las cosas. Es
evidente que en esta línea hay mucho por hacer, pues se necesita una nueva
manera de trabajar y producir riqueza, una nueva manera de convivir entre los
seres humanos, también es necesario un nuevo trato a nuestra Madre Tierra. Este
trato debe ser respetuoso y nutritivo.
Los tiempos que corren nos obligan a replantear
nuestra relación como seres humanos en natural y sana interdependencia. Ya demostraron
su inoperancia, su insensatez los sistemas basados en el consumo a ultranza y
el lucro desmedido. Lo superfluo ha tomado el lugar de lo importante.
Hemos permitido que la inercia nos avasalle, urge
reflexionar sobre esto.
Una vez más la distracción a la que nos llama
nuestra sociedad de la Tecnología y de la Información, nos saca de la atención a
las prioridades de nuestra realización como seres humanos.
“El tiempo
perdido lo lloran los santos.” Decía mi Mamá.
Todo tiempo es nuestro tiempo, ¡todo el tiempo es
ahora!
Autor: Fernando Jorge García Asomoza