martes, 25 de agosto de 2020

¡Gozar la incertidumbre!

 
Caminar por terrenos inestables nos amenaza


Siempre buscamos estar seguros, pero paradójicamente la vida es incertidumbre.

Perdemos tiempo y paz buscando aquietar las olas del mar, estas son inherentes a él; pueden variar en intensidad, pero acompañan a la masa de agua oceánica en todo tiempo.

Es verdad que puede preferirse un viento de intensidad suficiente para que nuestro velero pueda navegar a buen ritmo y con seguridad; sin los extremos de los vientos huracanados o de la calma chicha. Pero es de buen navegante el estar atento a lo que la situación del viaje presente y resolverlo con el discernir de su ciencia marinera y mucha cabeza fría.

Corren muchas mentiras y verdades revueltas por nuestra aldea global en estos tiempos. Esto es preludio de tormenta, cuando no ya directamente un huracán desatado. ¿Y entonces yo cómo continúo mi viaje ante esta incertidumbre?

¡Serenidad ante todo! No es conveniente responder asustado como primera reacción a toda circunstancia que se presenta en nuestro camino.

Reflexionar que lo único seguro en la vida es el cambio, y que este por su naturaleza genera necesaria inseguridad; nos debe dar la pauta para saber que necesitamos transformarnos en artistas, que saben desenvolverse con paz y natural felicidad ante lo mutante de la vida y de la fortuna.

Que como en el columpio -cuando fuimos niños-, estemos sonrientes y vibrantes cuando este suba y también cuando vaya para abajo; ahora lo sabemos, sólo es cuestión de balance y parte intrínseca de la diversión; si así lo decidimos percibir.

Y dado que no es constante y siempre sereno el paso por la vida, saber danzar armónica y graciosamente con esto; será de las cosas más sabias que logremos hacer en el curso de nuestra existencia.

Así pues, a foguearse, pues la vida da abundante materia para practicar esto de navegar sereno y feliz aún con mares alebrestados.


Navega el navegante, aunque sepa que jamás tocará las estrellas que lo guían… Eduardo Galeano

 

Autor: Fernando Jorge García Asomoza.


 Tzakapu, Michoacan.