Te lleva… Sí, ¡pero
te trae también!
Rondaba el Señor García por su solar, cuando cayó
en la cuenta de que por ser de noche no era fácil distinguir los colores de las
cosas, no así sus olores y textura, e incluso su sabor. Parecía también que la
noche purificaba el sonido. “¡La luz pinta los colores!” Carajo, ¡es así! Y
entonces se dio cuenta, lo sintió, una luz había salido de él; misma que pintó
su mundo.
Siguió su ronda cantando y bailando de alegría, la
luz que salía de él le hacía ver todo con más intensidad y detalle. Y al
proyectar su luz interior daba color al orbe, pero también se percató de que la
luz que de él emanaba no sólo pintaba los colores del universo, sino que también
lo modelaba… ¿Cómo? ¡La luz contiene información y es harto poderosa! Y la luz
que yo emito porta mis ideas, deseos y emociones; ¡se materializa! ¡Es magnífico!
Y comenzó a jugar con sus creaciones, gozaba al hacerlo y bendecía su
descubrimiento.
De noche el Señor García creó un día luminoso y
vibrante. Puso y quitó lo que quiso, todo a su antojo y nada de lo que le podía
disgustar permanecía. Y también deshizo el tiempo.
Al Señor García se le ocurrieron muchas cosas y sacó
de su mundo las moscas, los moscos y las cucarachas, no así a los otros
insectos. Quitó muchas cosas a las que no se había acostumbrado y puso muchas
otras nuevas. Colocó por ejemplo macedonias y platones con chocolates.
Muchos al pasar le gritaban: “Oiga Señor García, está usted con sus caprichos atentando contra el
orden, mire que va a desbalancear el mundo y se le va a caer el teatrito. Fíjese
bien lo que hace porque le va a salir caro levantar lo roto y limpiar el caos
que tendrá…”
El Señor García les saludaba y sonreía
cordialmente. Fue importante para él respetar las creencias y miedos que los
demás portaban en su luz, total –dijo- si algo no me gusta; siempre puedo
cambiarlo.
Autor: Joaquino
Calamaro.
Alcayola da Verasera, Rivasarta.