sábado, 5 de octubre de 2013

Hacerme cargo de mí mismo.

 
Atardecer en Campeche, México

Custodiar, cuidar de uno mismo es necesario para poder llegar a nuestro deseado destino. Dejar la dirección de la propia barca a la suerte, a lo mutante de la fortuna o a la caprichosa dirección del viento; además de garantizar el llegar a ninguna parte, puede ser suicida. Tampoco es muy conveniente ceder el timón de la propia vida a otros, aunque esto sea a veces lo que aconsejen el miedo o la comodidad.
La poesía “En paz” de Amado Nervo, bellamente lo describe al declarar:

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

Más de uno podrá decirme: eso es poesía, ¡la vida real no es así! A ellos puedo decirles que la vida es exactamente lo que pensamos de ella, que como bien lo dijo el poeta; la vida nos devuelve lo que sembramos. ¡Nos da siempre lo que pedimos! ¿Somos conscientes de lo que estamos pidiendo y de cómo lo pedimos?
Nuestra educación nos lleva a elaborar creencias, y estas son generalmente la explicación que nos damos a nosotros mismos del mundo que nos rodea y de cómo funciona éste. Así, nuestras creencias –y nuestro Ego- pueden decirnos que otros (indefinidos siempre), son los culpables de lo que nos pasa.
Los que han asumido las riendas de la propia vida y se han hecho cargo de sí mismos, han llegado casi siempre muy lejos y han dejado un interesante legado tras de sí. Los que han comprado la idea de que son víctimas de otros, los que sienten que no se puede hacer nada para manejar la propia vida, porque esos otros –que en realidad manejan nuestra vida- son el gobierno, la iglesia, la economía, la escuela; realmente se han rendido y han entregado su poder.

Como todo en la vida, hacerse cargo de sí mismo puede aprenderse o mejorarse, y esto se hace por medio de cosas o decisiones simples -pero eso sí-, definitivas.
Conviene despertar del letargo en que muchos de nosotros vivimos y abrir los ojos de la conciencia, conviene pensar por nosotros mismos; cuestionar lo que siempre hemos hecho -cuando lo hacemos sólo por inercia- para decidir, para elegir con nuestras razones, nuestros argumentos y a nuestra conveniencia. Conviene recuperar nuestro poder, esto es esencial para poder hacernos cargo realmente de nosotros mismos.

Para poder jugar con ventaja en el juego de la vida –o en cualquier otro juego-, necesitamos tener interés en el juego, para poder jugar con pasión; necesitamos conocer las reglas del juego, para poder saber cuando estamos en desventaja porque los “otros” no las cumplen, y tener una buena estrategia de juego. Todo esto implica retomar nuestro poder y ejercerlo a cabalidad. ¿Tú qué opinas?


Autor: Fernando Jorge García Asomoza
 

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