jueves, 17 de diciembre de 2020

En la Era de Acuario

 

Soportado en su madre el hijo va seguro aún en un mundo inhóspito

 

A quienes nos tocó vivir nuestra adolescencia en el final de los años sesenta, escuchamos en la radio música muy hermosa, entre las canciones que pudimos disfrutar estuvo: Acuario deja que el sol entre, cantado por los cinco integrantes de la Quinta Dimensión.

Esta canción alegremente premonitoria en su letra decía:

 

Cuando la Luna esté en la Séptima Casa,
y Júpiter se alinee con Marte,
entonces la Paz guiará a los Planetas,
y el Amor conducirá a las Estrellas.

 

Es el amanecer de la Era de Acuario...
la Era de Acuario
¡Acuario!
¡Acuario!

Abundarán la armonía y la comprensión,
la simpatía y la confianza,
no habrá más engaños ni más burlas:
una vida dorada, sueños de visiones,
una revelación mística cristalina,
y la auténtica liberación de la mente
¡Acuario!
¡Acuario!

¡Deja que el sol brille!

¡Deja que el sol entre!

 

Mientras esperamos a que los astrólogos se pongan de acuerdo sobre cuando realmente comienza la Era de Acuario, es un hecho que el próximo 21 de diciembre de 2020, el solsticio de invierno será un paso importante hacia esta Era.

No deja de maravillarme como en 1969 se cantó con precisión lo que estamos viviendo ahora como una realidad.

Después de todo parece ser que sí, nuestro destino lo rigen las estrellas y está bien escrito en ellas.

Un año termina y se abre un tiempo propicio para la reflexión. ¿Qué hemos vivido? ¿Qué estamos aprendiendo?

Los aprendizajes a veces son de golpe y muy poco cómodos, pero debemos agradecerlos siempre.

Y después de asimilar la experiencia, ¿qué sigue? Dependerá de dónde estemos ahora parados y de cuál sea nuestra idea de realizarnos como seres humanos.

De mi niñez, del ejemplo de mis padres me llegan los testimonios de un mundo que debe desarrollarse en armonía y en donde la realización plena debe ser posible. Siendo el hijo mayor fui educado en la consideración, en el buen ejemplo y en el apoyo que siempre debía dar a mis hermanos; y eso ha regido siempre mi vida, hoy lo agradezco infinitamente.

Sí, me queda muy claro que a tiempos nuevos, nuevas maneras de actuar y de hacer las cosas. ¿Cuáles son? ¿Cuáles deben ser esas nuevas maneras?

Encuentro luz desde mi corazón cuando siento que el Amor y la benevolencia que de él emana son el natural camino para transitar la vida. Me emociona sentir las manos de mis hermanos en las mías y junto con su mirada franca; sus abrazos y sus sonrisas.

Te invito a practicar lo que decimos creer. A empezar de nuevo cada vez que nos damos cuenta de que hemos olvidado o descuidado esta congruencia. Será hermoso y muy fructífero te lo aseguro. El aroma de los frutos de esta coherencia inundará todo.

Escucho el reloj de sonería de mis abuelos –que hoy canta las horas en mi casa- indicar que ha llegado la hora, que es el tiempo de despertar, de salir del marasmo y de vivir intensamente la vida, tal y como llega, tal cual se presenta. Todo es y debe ser así, está muy bien; ha sido hecho para mí y a mi medida.

Con la alegría de un clavado para nadar en el fresco lago del verano, cuando el sol calienta todo a plenitud, decido ponerme en movimiento y continuar mi camino. Voy a resolver lo que me va presentando la jornada. Quiero estar felizmente cansado al terminar el día porque he hecho lo debido, lo que yo sé que no debía dejarse pasar sin asumirlo íntegramente.

Los días pasan corriendo y se llevan las oportunidades, decido arrebatárselas, aprovecharlas todas.

Llegarán las posadas de diciembre del año venidero y podré celebrar lo que emocionado escuchaba desde el año 1969; ¡dejé entrar al sol y el sol brillo!  

¡En el advenimiento de la Era de Acuario reciba toda la humanidad y el universo entero mi abrazo festivo!

 

Autor: Fernando Jorge García Asomoza.   

 

                                                                               Tzakapu, Michoacan.

martes, 6 de octubre de 2020

En clave de Sol > ¿Y si nos uniéramos todos?

¡Todos vamos en la misma nave!


La unión hace la fuerza, nos dijeron nuestros sabios papás cuando nos alentaban a protegernos como hermanos. Y los que hicimos caso hemos sido invulnerables. Si esto se da para dos o para cuatro colactáneos, ¿Qué maravillas podríamos ver en un país unido? ¿En un mundo en comunión fraterna?

Si dejamos la competencia los dos equipos –de hecho toda la Liga que participa en el Campeonato- podemos colaborar para anotar puntos en sólo una cesta o en una portería, cambiando el paradigma todos ganamos al colaborar al objetivo común. ¿Suena muy loco? Revísalo bien y verás que no lo es. Competir resta, divide, deshace, disipa las energías y empobrece los resultados finales.

Colaborar en cambio ofrece muchas ventajas.

¿Y qué hacemos con la necesidad de enfrentamos y de vencer? ¿Que acaso los animales no compiten para regentear a la manada y tomar más hembras? ¿Debemos negar nuestra condición animal? Negarla no, dirigirla sí; sublimarla también.

Hace ya un buen tiempo que en las negociaciones más importantes se busca el “ganar, ganar”; con este enfoque al ganar uno ganan todos, dejando atrás el que alguien tenga que perder. Nadie ve mancillada su bandera, es más; la misma bandera pasa a ser común a todos y se enarbola viajando en la más alta posición. ¡Orgullo común a todos!  

Para gastar las energías o la emoción que parezca sobrarnos, ya habrá tiempo y manera para ir a cruzar nadando –o remando- el océano Pacifico, o subir las montañas más altas escogiendo las rutas que reten más la voluntad y el vigor; ahí podremos gastar esas energías que parezca que nos sobran. Pero en el trabajo común –ya sin competencia- el fin será siempre alentador y el logro muy conveniente para todos.

Problemas comunes, resueltos por todos con soluciones comunes empleando el ingenio y la energía del conjunto. Todos contribuyen al buen guiso y todos saborean la rica sopa. ¿Se te ocurre algo mejor?

Bien, sólo es cosa de empezar… 

 

¡Todos para uno y uno para todos!


 

Autor: Fernando Jorge García Asomoza.   

Tzakapu, Michoacan.