El fragor del horno
Inicia el día, todavía no sale el sol.
¿Cómo podemos estar seguros de que hoy habrá luz? ¡La evidencia indica lo contrario! Creerlo, y más, decirlo parece una necedad; queda en el campo de lo hipotético, si acaso. Sin embargo damos por hecho que el día tendrá luz.
También en la vida casi todo lo damos por supuesto, nos basamos sólo en indicios o en datos incompletos; pero muchas veces guiamos lo importante de nuestra vida por conjeturas.
¡Quiero luz! Necesito asegurarme de tenerla. Regresa al medio día, ahí aunque el día este nublado tendrás luz. Todo parece así asegurarlo.
Te das cuenta de que -o te adaptas a lo que parece ya establecido- o necesitas crear tú mismo la situación o cosa que deseas, esto es; hacer que la circunstancia se adapte a ti.
Así las cosas, un refrán nos indica: “Si no creas felicidad, no la tendrás, si no creas libertad, no la alcanzaras.” No puedes evadir lo que tú mismo creas, pero si puedes cambiarlo por otra creación más conveniente para ti. No hay a quien endosarle la culpa, es una responsabilidad ineludible.
Vivimos tiempos importantes que no habíamos imaginado. Todo parece cambiar en un instante. De repente la realidad parece amenazarnos, llega el miedo y pretende instalarse.
Recuerda que la realidad que percibimos es producto de nuestra mente, tanto en lo individual; como en lo colectivo. A la manera oriental ve la crisis como: peligro y oportunidad. De esto saldrá la oportunidad de utilizar el aparente problema en algo conveniente para avanzar o para elevarse sobre la actual situación.
Oye Fer estas muy críptico. No, si acaso estaré solemne, y más bien preciso; muy preciso.
Tú mismo, en tu interior sabes -y por lo mismo reconoces- que lo actual es resultado natural de un actuar personal y colectivo. Pero no te inquietes, veamos que dicen y sobre todo que hacen los “locos lindos” (Eduardo Galeano dixit), los iluminados que han recorrido esta tierra. Ellos parecen no espantarse –al contrario- parecen sentirse muy cómodos con las situaciones aparentemente peligrosas; sean estas de riesgo conceptual o físico. Giordano Bruno, espíritu inquieto e indómito, ante la sentencia del tribunal de la inquisición que lo condena a muerte en la hoguera, les responde: “Tembláis acaso más vosotros al anunciar esta sentencia que yo al recibirla.” Ante la multitud que pretendía despeñarle, Jesús –el hijo de María- sencillamente camina entre ellos y se aleja. Ante una importante batalla y contra el cansancio y el peligro acumulados, Gonzalo Fernández de Córdoba el “Gran Capitán” les dice a sus soldados: “¡Alzad la testa… Maldita sea! La victoria comienza en el gesto.”
Sí, claridad y valentía son necesarios, definitivamente.
“Puede ser que mi verdad sea para ti mentira. Puede ser, sí, la duda es el privilegio de quien ha vivido mucho, tal vez por eso no consigues convencerme para que acepte como certeza lo que me suena a falsedad.” José Saramago
Autor: Fernando Jorge García Asomoza.
Tzakapu, Michoacan