lunes, 23 de junio de 2025

Una de Mamá Babela... ~ Relatos de tiempos idos ~


 

Corría una tranquila tarde del año de 1975 y me acerqué a platicar con mis Abuelitos Edmundo y Babela mientras ella tejía y él veía su telenovela Barata de Primavera. Este teledrama era protagonizado por la guapérrima Jacqueline Andere cuya belleza mucho emocionaba a Don Edmundo.

Dentro de la plática mi Abuelita dejó quieto el tejido y mi Abuelito fue y apagó la televisión. Y muy serios los dos dirigiéndome directamente la mirada, en voz de Mamá Babela surgió un: Fer te queremos pedir perdón a ti y a todos nuestros nietos por el mundo tan feo que les estamos dejando.

A mis flamantes dieciocho años yo veía exactamente lo contrario; un mundo fantástico, con todo emocionante; aviones, helicópteros, cohetes a la luna, asombrosas casas submarinas hechas por el Capitán Jacques-Yves Cousteau, cámaras de cine a todo color, grabadoras de sonido con casetes y muchísimas maravillas mas. Razón por la cual les dije: Pero si el mundo es maravilloso y les enumeré buena parte de las maravillas que yo encontraba en él.

Mamá Babela insistió en lo terrible y el muy triste mundo que nos estaban heredando... Y yo procedía a recalcar las maravillas que en él encontraba.

Llegó un punto en el que como niña chiquita mi Abuelita me dijo: Pues digas lo que digas el mundo está muy feo, cuando tu Papá y tus tíos eran niños no había tanto mariguano. A esta expresión siguió un largo silencio de los tres. Este silencio por mi parte buscó ya no contradecirles. Y en ellos seguramente fue la manera de dar descanso a su alma por la confesión y el perdón solicitados.

Mucho me ha hecho pensar y hondas reflexiones me ha provocado este evento aquí relatado a lo largo de diferentes momentos de mi vida. Lo primero de lo que me di cuenta es de que cada uno vemos desde nuestra butaca y personal circunstancia la misma película; pero no vemos lo mismo, nos fijamos en lo que se conecta con nuestro particular momento y sus referencias emocionales.

No poco tiempo después al ver felizmente jugar y correr a mis queridos sobrinos en casa de sus Abuelos Chepina y Fernando pensé: pobres niños que feo mundo les estamos dejando... Y de repente en mi mente apareció nuevamente la imagen de mi Abuelita Babela diciéndome a mí lo mismo veinte años antes.

Una definitiva reflexión me hizo ver que ningún tiempo pasado ha sido ni peor ni mejor; sencillamente han sido tiempos diferentes.



Relator: Fernando Jorge García Asomoza.


Lugar de los hechos:

Privada 5A Sur # 4508, Puebla, Puebla, México.


domingo, 15 de junio de 2025

Ocurrencias del Señor García... -A vuelo de pájaro-

 

A una mayor altura la vista es más amplia…


Resuelto a tener una mejor visión sobre la realidad mundana el Señor García se puso a cavilar sobre cuál sería la mejor manera de poder percibir los factores que la forman. Decidió encontrar esa forma conveniente de poder apreciar el conjunto y pensó: entre más alto pueda yo contemplar el plano de la realidad más amplia será mi capacidad de conocer todos sus elementos y mejor podré entenderla.

Con emoción y a la carrera se dirigió a su taller para poder comprobar esta teoría.

Después de trabajar un rato en su tablero de dibujo y sacar varias medidas fue a cortar un par de palos de madera, tomó dos tarugos, algunos clavos y dio los últimos golpes de martillo a su nuevo aparato, había construido unos zancos ya que esa era la mejor manera de tener una perspectiva de mayor altura para apreciar lo que sucede en esta bella tierra con tantos locos siguiendo cada uno su propio ritmo de tambor.

Como todos los grandes creadores, muy satisfecho con su teoría y su utensilio; se dirigió a estrenarlo.

Y a la manera de Don Quijote se fue a largas zancadas –nunca más exacto el término- a recorrer el orbe. Lo primero que encontró fue que cada uno habitaba su propio mundo, nada despreciable es esta muy clara apreciación pues le permitió comenzar a comprender porque aún dentro de la misma casa los miembros de una familia jalan cada uno en diferentes direcciones el mantel y así es complicado poner la mesa para dialogar o compartir una comida. Y hábil, muy hábil, para las proyecciones el sesudo Señor García brincó del grupo familiar al barrio y de este a la ciudad, luego al estado y finalmente al país. Claro estaba, muy claro para él, que al habitar cada uno su mundo no conocían el de los demás y así era imposible comprenderse y ponerse de acuerdo para nada. Si un país solito no puede ponerse de acuerdo, ¿cómo se puede pretender que exista una convivencia armónica internacional?

¿Dónde estaba pues el lenguaje?

¿Dónde estaba la buena voluntad?

¿Y en dónde el interés sincero por el semejante se alojaba en cada alma humana?

Muchas cosas más descubrió el inquieto intelecto del Señor García, tantas que hizo un alto para apuntar lo más importante en la libreta que siempre le acompañaba en su bolsillo. Después de unos minutos y menos tinta en su pluma dejó constancia de:

 

Nadie está solo nunca, aunque así lo sienta y lo crea él mismo. 

Sonreír es la primera y más conveniente manera de saludar y comunicarse.

Al conocer mejor a los demás, puedo conocerme más a mí mismo pues somos espejos unos de otros.

Observando a los demás puedo ver como solucionan sus problemas.

Más manos terminan más pronto y descansadamente los necesarios trabajos.

Compartir nuestras recetas de vida nos permite nutrirnos más y vivir más felices.

En el concierto universal cada uno toca su instrumento y debe fijarse bien en la partitura.

 

Todos somos uno y lo mismo.




Autor: Joaquino Calamaro.

  

 

La Mesa del Nayar, territorio Wixarica.

martes, 10 de junio de 2025

De Papá y Mamá...

 

La emoción por el inicio de una gran aventura de vida

Y la llegada de retoños que atender mientras ellos inician sus propias aventuras

 

De nuestros amados padres traemos muchos regalos… Y también bastantes páginas que enmendar.

Su carga genética la recibimos en automático de forma natural y totalmente inconsciente. Pero la emoción y el corazón tienen registros -casi todos subyacentes- de sus ejemplos y de la convivencia que nos siguen modelando hasta el día de hoy.  

De la educación que nos dieron recibimos o un refrito de lo que a ellos nuestros abuelos les cocinaron más su sazón propio; o toda la gama hasta el otro extremo. Esto en los casos en que se cuestionó fuerte y valientemente lo recibido.

En no pocos casos nuestros padres han estado ausentes, uno de ellos o los dos, las razones conocidas o no son ya solamente historia; más sin embargo su ausencia vaya que nos ha marcado y continúa moviendo en muchos decisivos momentos de nuestra travesía nuestro timón y velamen.

 

¿Soy consciente de lo que del baúl de Papá y Mamá me ha tocado? 

¿Y lo proceso en mi vida de una forma constructiva?

¿Ya tengo elaborado mi propio manual de procedimientos?

 

ÍÎÏÐ Ë  ÑÒÓÔ

  

Autor: Fernando Jorge García Asomoza.

   

 

Tzakapu, Michoacan.


domingo, 4 de mayo de 2025

Voy con mi Abuelita al mercado...

 

Mi maravillosa Abuelita Lupita y sus hijas Olga y Chepina salidas del mismo molde

 

Una experiencia deliciosa de niño siempre fue para mí acompañar a mi Abuelita Lupita al mercado.

Salíamos de su casa felices –todo con mi Abuelita Lupita siempre ha sido felicidad- y con una gran canasta hacia el mercado. En el camino mi Abuelita saludaba y era saludada por todo el mundo pues igual que Adelita era popular entre la tropa.    

Cruzábamos el Paseo Bravo para ir al Mercado del Parral mientras iba diciéndome: Tenemos que comprar tejocotes, piñones y cacahuates para los aguinaldos… ¡Buenos días Señor!

Por favor Fernandito que no se te olvide que tenemos que traer el alpiste para los canarios… ¿Cómo está Don Paco?

Ya en el interior del mercado se iniciaba una verdadera cátedra de sociabilidad, comunicación y negociación. Sus nietos no necesitamos nunca asistir a ninguna escuela o universidad para aprender tantas y tan importantes cosas sobre la vida como con ella siempre aprendimos. Fue por sobre todo una gran maestra de inteligencia emocional –término sangrón ahora en boga, para algo que siempre fue cualidad de los seres plenos y felices-.

Y de repente se acercaba un joven a decirle ¡Yo le cargo la canasta!

Mi Abuelita comenzaba a mercar con frases como: A ver niña, quiero ayocotes. ¿Cuánto es por esto? E igual que la Patita de la famosa canción iba buscando en su bolsa centavitos… ¡Sí! Muchas cosas eran a precio de centavos todavía en mi niñez. Claro que las cantidades en que las compraba mi Abuelita para dar de comer a su batallón de tragones las convertía definitivamente ya en pesos.

Era buena para regatear y no aceptaba los precios ofrecidos fácilmente. En esto era también catedrática de la negociación real y fuerte.

Mi Abuelita compraba todo lo que necesitaba y también lo que le tocaba el alma; pues daba ayuda a todo el mundo que lo requería en verdad y ella con su ser femenino (era Mamá y era Abuela) lo sabía más allá de las apariencias o fingimientos. ¡Otra vez Maestra del Amor! Y por lo mismo era solidaria.

Mi fascinación por los mercados nació en estos viajes con mi Abuelita Lupita. Qué maravilla era ver todo y preguntarle a mi Abuelita que eran y para que servían las muchas cosas que yo desconocía.

Abuelita ¿qué es esto?

-Son guamuchiles mijito. A ver por favor dele uno al niño para que lo pruebe.

O en otro puesto a la misma pregunta su respuesta –Es pinole. ¿Quieres probarlo? Pero recuerda que no puedes chiflar y comer pinole… ¡Ja! ¡Ja! Otra faceta maravillosa de mi Abue Lupita fue siempre recurrir a los viejos refranes.

Ay mira… ¡Ya hay huitlacoches!

Qué buenos se ven esos nopalitos. Me gustan esas cebollas moradas.

Fernandito ¿quieres probar el chicharrón?

¡Los olores del mercado! Perfectamente con los ojos cerrados puede uno llegar a la zona de pescados y mariscos; o a las carnicerías, o al café, o a las queserías, o a las flores.

¡Los colores del mercado! La paleta completa de un buen pintor está en los mercados.

¡Los gritos de los vendedores! ¡Plumeros y escobas! ¡Tortillas calientitas!

¡Pásele marchantita...! ¡Pruebe la fruta que le traigo, güerita, bien madura! ¡Pruébela nomás, pa’ que vea que está rebuena!

Sus ingeniosos y simpáticos letreros sobre los productos.

Hago capítulo aparte -no tratable aquí- ya que mi paseo festivo en este viaje al mercado es con una dama; con una gran Señora; de los albures pícaros al máximo que siempre han habitado los mercados mexicanos.

Como buena familia de tragones era importante probar muchas cosas, los diversos quesos, los platanitos dominicos, el tamarindo, los cacahuates, la papaya, los aguacates; la cecina cruda incluso; eso en los puestos. Otro buen negocio era el pasar por los locales de comida… …un desayuno de bufet real y total era ir al mercado, y más con una Abuelita tan consentidora como la mía que bien atendía todo lo que me pudiese halagar y hacer feliz siempre y cuando no fuera en mi perjuicio, yo siempre fui de gane.

La fiesta en la memorable visita al mercado tenía muchos giros y folclor extremo. De repente mi Abuelita se detenía en un puesto en donde vendían cajones y todo lo necesario para lustrar zapatos y compraba un cajón para lo que me pedía que escogiese yo entre los colores que había, luego comenzaba a comprar las grasas de varios tonos, las brochas para aplicar la grasa, los cepillos, los trapos y todo lo necesario para dar lustre. Después cuando el vendedor había puesto todo dentro del cajón de bola y se lo entregaba a mi Abue, ella me decía que yo lo recibiera para que me acostumbrara a él porque era mío y me lo iba yo a llevar a mi casa para tener siempre limpios y bien boleados los zapatos de todos en el hogar. ¡Qué excelente pedagogía!

Y después de una maravillosa mañana sin desperdicio, con la canasta llena, el corazón rebosante de novedades y alegrías volvíamos a la casa

Desde luego que el camino de regreso tenía animada plática, amén de muchas risas.

Mi Abuelita con su cariño, con todas sus enseñanzas, ejemplos y anécdotas ha condimentado mi vida de una manera deliciosa e imborrable. Gracias querida Abuelita Lupita por todo y de manera especial por enseñarme con maestría a mercar, a comunicarme en los mercados y en todo lugar.

Llegando a la casa la canasta con la compra iba directamente a la cocina, ahí yo me desconectaba del proceso de estiva y procesado de los víveres hasta que después de la magia operada en ese recinto por Doña Lupita y sus asistentes las viandas llegaban a la mesa; ahí del plato iban a mi boca y a la de todos los demás comensales.

A esa hora, en la comida, el recuerdo de como todo se había originado en el ancestral tianguis fue muy revelador y gratificante para mí; pues ya procesado por las habilidades culinarias de la Abuela lo mercado en la mañana se había transformado en otro universo de aromas y sabores.

 

Cuando aparecen los abuelos la disciplina sale corriendo, desaparece, para dar tiempo y lugar al verdadero cielo. Esos viejos hermosos son obras de arte.

 

ÍÎÏÐ Ë  ÑÒÓÔ

 

 

Autor: Fernando Jorge García Asomoza.

 

                                          

Tzakapu, Michoacan.