Nuestro estado natural es el bienestar
Normalmente no nos damos cuenta y permitimos como
algo sin importancia que nos saquen de nuestro estado natural de bienestar.
Esto se lo permitimos a muchos actores en nuestra vida cotidiana. Se lo
permitimos impunemente a los medios de comunicación, especialmente a los
noticieros que son expertos en generar emociones de miedo y caos a todas horas,
no es necesario abundar en esto. También se lo permitimos a todo aquel que con
ideas pesimistas nos trata de hacer la conversación en cualquier tiempo y
lugar, incluso en el saludo; aquí especialmente el daño está en aceptar como
algo bueno que con sobrevivir y tener salud es suficiente.
Vamos cayendo recurrentemente en la trampa cada vez
que aceptamos –aunque sea inconscientemente- salir del estado de bienestar, de
alegría, de gozo, de entusiasmo; para caer en las bajas vibraciones del temor,
del desconsuelo, de la desesperación, de la impotencia; sí, cuando nos instalamos
en la depresión. A está la hemos aceptado ya como la enfermedad de nuestros
días. Al hacerlo así, ¡hemos caído en la trampa! ¿Por qué? ¿Cómo sucede esto?
Quien pone la trampa es el interesado en
arrebatarnos nuestro poder personal. Hay muchos grandes interesados en que no
seamos jamás conscientes de nuestro gran poder, con el que nacimos y el que es
intrínseco a nuestro ser, a nuestra naturaleza humana. Somos seres poderosos
capaces de lograr lo que nos proponemos. Sólo los que han sido conscientes de
su real poder -y han evitado a toda costa que los convenzan de lo contrario-,
han logrado verdaderas hazañas: Giordano Bruno y Juana de Arco, a quienes ni
morir en la hoguera pudo detenerlos; Sor Juana Inés de la Cruz, Mozart, Gandhi,
Marie Curie, Florence Nightingale, Tomás Alba Edison, Dolores Ibárruri “Pasionaria” (a su lucha política unió la
lucha por los derechos de las mujeres para demostrar que las mujeres, fuesen de
la condición que fuesen, eran libres para elegir su destino); Walt Disney, Martin
Luther King, Rosa Parks, Pablo Picasso, Mandela, Teresa de Calcuta, Diana de
Gales; y tantas mujeres y hombres que han sido un glorioso ejemplo de la
grandeza humana. Ellos hicieron su mejor esfuerzo, siguieron su intuición, que les
hacía sentir con pasión que eran poderosos y no cayeron en la trampa de creerse
débiles; de rendirse a lo que sus corazones les decían que debían trascender. Nada
los detuvo, ni los riesgos, ni la cárcel, ni la tortura o incluso la muerte. Ellos
son iguales que tú y que yo, la única diferencia –quizá- es que ellos jamás se
rindieron, jamás se dieron por vencidos. Aún si cayeron en la trampa de creerse
abatidos, débiles o incapaces; supieron salir del marasmo y retomar su camino.
¡No te distraigas! Recupera tu poder, regresa a tu
centro de gravedad, repara tus fuerzas y continua, ve adelante –en un estado de
bienestar- para realizar tu destino. ¡No vuelvas a caer en la trampa!
Autor: Fernando
Jorge García Asomoza
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