El desayuno está listo
En la preparación de un muy padre campamento –prácticamente todos lo han sido- Miguel me habló por teléfono y me hizo una pregunta: Oye Fer, ¿tendrás un plano de San Cayetano? Yo le conteste no lo tengo pero te lo puedo hacer con mucho gusto. Después puntualizó estoy planeando hacerles a los niños una actividad en el campo, la búsqueda de un tesoro y necesito un mapa del lugar y una de tus flechas. Mi respuesta fue ¡cuenta con ellos!
Con el entusiasmo y la pasión que proporciona el amor Miguel se puso a diseñar cada detalle y acción de una maravillosa actividad llena de emoción. Una pista llevaba a una clave enigmática o codificada, relacionada con otra, y aquella concatenaba con la siguiente hasta que se podía estar, si todo se sabía ver y hacer en consecuencia frente a un tesoro. Tal cual es la vida real en la que podemos conseguir todo lo que deseamos si sabemos leer las señales y pasarlas por el escrutinio del corazón, quitando la basura y brincando los engaños que se han puesto para que no lleguemos a encontrar el tesoro. Siempre todo es como en este fantástico juego planeado por nuestro amigo Miguel, ni más, ni menos
Al llegar al mágico bosque de San Cayetano espléndido regalo de la naturaleza y sitio idóneo para buscar tesoros, después del saludo le entregué a Miguel el plano y la flecha solicitados por él; después de agradecerlos –Miguel es un gran caballero- dobló el plano a la mitad y lo partió. Mi primer sentimiento fue: tanto cariño puesto en hacer el plano y Don Mike tan fácil y rápido ya lo rompió… Pero lo dicho: nada es lo que parece, todo estaba en el plan diseñado por Miguel.
Si nos hacemos niños podemos entrar al cielo.
Después las mamás llevaron a los niños a pasear por una sección del bosque que tenía animales a los que era conveniente ir a conocer y a saludar, mientras los demás seguíamos las instrucciones para colocar todos los elementos del juego en el terreno, algo muy parecido a esconder los huevos del Domingo de Pascua.
Esta inolvidable experiencia para chicos y grandes hizo buscar con ojos avispados en el campo abierto, en los árboles, debajo de las hojas secas yacentes en el suelo, en el agua… Fascinante diría el Señor Spock de la nave Enterprise que viajaba entre las estrellas.
Una flecha clavada en el tronco de un árbol sujetaba –a la manera de Robín Hood- una parte del mapa del tesoro, una botella que flotaba en el agua contenía una parte de un mensaje, y así se continuaba… Y al final una caja dorada en forma de estrella contenía muchas, muchísimas monedas doradas.
Estas monedas se convertían en chocolate con un sencillo conjuro que quitaba el oropel… Y de niños y con el alma blanca siempre vale más el chocolate que el oro.
Gracias querido Miguel por proporcionarnos un inolvidable juego harto educativo e ingenioso en medio de la naturaleza y al que se le pueden seguir sacando moralejas al día de hoy y también el día de mañana.
Si no dejamos de jugar y mantenemos limpios los ojos del alma podremos ver lo que está siempre entre nosotros pero la prisa, los negocios y las barbaridades del mundo adulto nos esconden.
En verdad se necesita nacer de nuevo y volver a ser niños. No perdamos ya más tiempo para renacer y volver a ser siempre –eternamente- niños.
Miguel por favor planea y llévanos al siguiente juego…
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