Primero el aro…
Después cualquier cosa puede ser un buen juguete.
El crecer en muchos casos y momentos nos hizo serios y muy formales. ¡Gran error!
Muchos tomamos la vida en serio, ¡otra definitiva tontería! Es una forma de no disfrutarla.
Y mientras veíamos adelgazarse el calendario cumplíamos “deberes” dejando solamente el tiempo remanente para distraernos y jugar. En fin, la vida así fue en algunos momentos, hace ya mucho tiempo que decidí no dejar de jugar y hoy me doy cuenta que buena parte de lo felizmente logrado –no es poco- pude lograrlo por la buena energía generada por la actitud permanente de tomar la vida como un juego.
Como sociedad nos conviene retomar el buen sentido del juego y nunca dejar de jugar.
Jugando se aprende y se purifican las esencias de lo que es y debe ser nuestra vida sobre este plano terrestre. Y se olvida uno de envejecer, ¡sí! El alma envejece cuando dejamos de jugar. Mientras estamos absortos en el juego el tiempo se detiene.
“El juego no se acaba hasta que se acaba.”
Yogi Berra
ÍÎÏÐ Ë ÑÒÓÔ
Autor: Fernando Jorge García Asomoza.
Tzakapu, Michoacan.
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